Muchas madres podríamos ser la de Jonás

[Edito este post a 13 de abril de 2018 para anunciaros la mejor de las noticias: ¡JONÁS YA ESTÁ CON SU MADRE Y CON SU PADRE! Espero que con mucha teta, besos, abrazos, palabras bonitas y piel con piel, puedan sanar todo el tiempo que les han robado. De todas formas, siguen habiendo muchos casos injustos como el de Jonás. Hay que seguir luchando.]

Navegando por internet me encuentro con una historia desgarradora que me preocupa y me conmueve. Es el caso de Jonás, un bebé gaditano al que han separado injustamente de su madre y de su padre. Contado de forma muy resumida (os invito a leer el post de Ibone Olza, está muy bien explicado): en algún momento los padres de Jonás ven que no está bien de salud y lo llevan al hospital. Allí le detectan una anemia congénita. También se les cuestiona, sobre todo a la madre, se la trata mal por no quererse separar de él y darle el pecho a demanda. Sorprendentemente les quitan la custodia. Sí, a un bebé lactante lo apartan bruscamente de su madre. Ole.

Leo la historia y tengo que parar. Vuelvo a leerla. Espera, esto no puede ser verdad. Detrás de esta historia (que espero que tenga final feliz, aunque el daño está hecho) veo cuatro cosas. Os las explico:

1) Falta de respeto a la diferencia, a lo no convencional. Resulta que la madre de Jonás parió a Jonás en su casa y este hecho (que admiro y respeto, y si no viviera tan lejos de un centro hospitalario y no tuviera familia tan cercana trabajando en uno, y si además mi economía me lo hubiera permitido, me lo habría planteado) fue suficiente para activar el llamado despotismo médico. Para más inri, los padres habían decidido no seguir el calendario de vacunación establecido con su hijo. Más despotismo médico. Parir en casa es una opción. No vacunar también lo es. Se esté de acuerdo o no. Libertad, respeto a las decisiones, a lo que es diferente. A la que te sales de la norma ya eres señalado con el dedo, por parte de una sociedad aborregada e hipócrita. Qué rabia, por favor.

2) Zapatero a tus zapatos. Ligado al despotismo médico que se detecta en muchos centros sanitarios, que en algunas ocasiones ridiculizan, atemorizan, desinforman (alto: no tod@s, ¿eh? También hay profesionales muy muy buen@s, faltaría más) sobre todo a madres, siempre he pensado que hay sanitarios que se extralimitan en sus funciones. Lo siento pediatra, pero no es de tu incumbencia si duermo con mi hija en la cama, o en habitaciones separadas o haciendo el pino-puente. Tampoco lo es su comportamiento. Ni los meses que le voy a dar teta. Céntrate en decirme si tiene la gripe, por favor, o si esos granitos son varicela o no.

Abro paréntesis: Lo mismo me sucede con l@s veterinari@s. Que hayan podido estudiar en la carrera alguna asignatura sobre etología o educación canina, no les da potestad para opinar sobre el comportamiento que tiene mi perro (que claro, enseña los dientes porque estar en la consulta de un veterinario que va a clavarle una aguja enorme es una situación normalísima y en la que se tendría que mostrar como si nada…). Recuerdo una vez que Tristán despertó de la anestesia en una pequeña jaula (¿imagináis?), y enseñó con todas sus fuerzas su blanca y preciosa dentadura, advirtiendo a los demás que ni se le acercaran; todo él era un temblor, pobrecito mío. Cuando lo recogí, el veterinario me separó en una sala aparte y me dijo que claro, en mis circunstancias (estaba embarazada de 8 meses) tenía que vigilar mucho para no tener problemas y bla bla bla bla (no sé qué más dijo porque dejé de escuchar). «Vale, gracias, ¿me puedo llevar a mi bombón ya?». Cuando abrí la jaula y le dejé salir vi como disimuladamente los profesionales del centro veterinario se apartaban (¡cobardes! jajajaja). Pero enseguida se percataron que no hacía nada. Sin una valla de por medio, no había problema alguno. El pobre estaba aterrorizado. Cierro paréntesis.

Lo que decía, que me voy de tema, cada uno a lo que sabe hacer.

3) A veces el sistema falla. Los servicios de protección al menor, que en teoría deberían velar por su bienestar, a veces la cagan. Separar a un bebé de esta manera de su madre… no hay derecho. No hay desatención, no hay motivo que justifique esta decisión. Detrás de ella hay abuso de poder, la pataleta del que quiere imponer lo que dicta el sistema y no acepta que haya quien no lo sigue. Si leéis sobre el caso, veréis que hay contradicciones por parte de la administración. Alegan que el bebé con 10 meses solo se alimentaba de leche materna, cuando los padres habían dicho y repetido que ya tomaba alimentación complementaria. Y un largo etcétera. Hay mucho camino por recorrer. Falta empatía, sobran despachos y funcionari@s apoltronados en sus puestos de trabajo.

4) Con la teta no se juega. Lo siento, pero me parece una aberración que alguien desde su despacho decida que un bebé debe terminar la lactancia de golpe, sin transición, sin respeto alguno, desoyendo lo que dice la Organización Mundial de la Salud (OMS), que habla de lactancia mínimo hasta los 2 años, sin hablar ya de los numerosos estudios que hay sobre los beneficios de la lactancia prolongada.

Me veo en esta situación y me entra de todo. Me imagino en un hospital, calmando a Indira en la teta (¿habéis oído hablar de la tetanalgesia? Pues funciona), batallando para que no nos separen. No dejando que llore ni un minuto. Y cuando por fin nos dan el alta, ver cómo nos prohíben estar juntas, nada más que en visitas de 2 horas tuteladas. Me hierve la sangre. Por esa madre, por ese padre y, sobre todo, por Jonás.

¿Cómo podemos ayudar?

Firmando la petición en Change.org para que Jonás regrese con sus padres.

Escribiendo cartas de apoyo a Jonás solicitando que se respete su derecho a ser amamantado a:
Dña María José Sánchez Rubio
CONSEJERA DE IGUALDAD Y POLÍTICAS SOCIALES DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA
Avda. de Hytasa, nº 14
41071 – Sevilla

Email: consejera.cips@juntadeandalucia.es

Uniéndose al grupo de apoyo en Facebook, donde hay información actualizada, modelos de carta, etc.

Y mientras tanto Indira… Está hecha un bichillo. En la guardería me dicen siempre que es una niña feliz, que se le nota. Que llega riendo, repartiendo amor a raudales entre sus compañeras (a las que empieza a llamar por su nombre); y hay días que me la llevo llorando porque quiere quedarse a jugar en el «pati» con l@s dem@s. En casa ha descubierto a Mic, una marioneta que aparece de vez en cuando en la tele (menos de lo que a ella le gustaría) y baila su canción que se las pela: «Anem a jugar, farem… MAC, MEC, MIC!!!»

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Najat dice:

    Gracias desde mi corazón, soy la madre de Jonás y esto tiene que acabar ya

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  2. petitaindi dice:

    Gracias a ti Najat. Lo que os está pasando es una injusticia y nos podría pasar a cualquiera. Si con este post puedo ayudar, haré lo posible por difundir vuestro caso.
    Un abrazo y ojalá esta pesadilla acabe pronto. 💜

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